Último Discurso en la Corte

Publicado por Cristóbal Gómez , martes, 15 de diciembre de 2009 13:09


izq. Sacco - der. Vanzetti

Ahora algo extraño, no es precisamente un poema, pero puede ser considerado así, es el último discurso ante la corte, antes de ser ejecutado, por una acusación encubriendo razones políticas y xenófobas de la fiscalía y la corte estadounidense coludida; hablo de Bartolomeo Vanzetti inmigrante italiano y anarquista, que en 1920 junto a Nicola Sacco comenzaron un largo juicio de 7 años, con la atención del mundo entero, terminando con el final que ya conocemos.

Ernesto Cardenal en su Antología de la Poesía Norteamericana, incluye este texto con esta nota al pie:

Las últimas palabras de Bartolomeo Vanzetti ante la corte que lo condenó a muerte fueron incluidas como un autentico poema en la antología de Seldem Rodean: A new Anthology of modern Poetry. Ed. By Seldem Rodean. The Modern Library, New York, 1938 y posteriormente en Poetry of freedom, Ed. William Rose Benet and Norman Cousins. The Modern Library, New York, 1945.


Último Discurso en la Corte


He estado hablando mucho de mí mismo
y ni siquiera había mencionado a Sacco.
Sacco también es un trabajador,
un competente trabajador desde su niñez, amante del trabajo,
con un buen empleo y un sueldo,
una cuenta en el banco, y una esposa encantadora y buena,
dos niñitos preciosos y una casita bien arreglada
en el lindero del bosque, junto a un arroyo.

Sacco es todo corazón, todo fe, todo carácter, todo un hombre;
un hombre amante de la Naturaleza y de la Humanidad;
un hombre que lo dio todo, sacrificó todo
por la causa de la libertad, y su amor a los hombres;
dinero, tranquilidad, ambición mundana,
su esposa, sus hijos, su persona
y su vida.

Sacco jamás ha pensado en robar, jamás en matar a nadie.
Él y yo jamás nos hemos llevado bocado
de pan a la boca, desde que somos niños hasta ahora,
que no lo hayamos ganado con el sudor de la frente.
Jamás...
Ah, sí, yo puedo ser más listo, como alguien ha dicho;
yo tengo más labia que él, pero muchas, muchas veces,
oyendo su voz sincera en la que resuena una fe sublime,
considerando su sacrificio perpetuo, recordando su heroísmo,
yo me he sentido pequeño en presencia de su grandeza
y me he visto obligado a repeler
las lágrimas de mis ojos,
y apretarme el corazón
que se me atorozonaba, para no llorar delante de él:
este hombre al que han llamado ladrón y asesino y condenado a muerte.

Pero el nombre de Sacco vivirá en los corazones del pueblo
y en su gratitud cuando los huesos de Katzmann
y los de todos vosotros hayan sido dispersados por el tiempo;
cuando vuestro nombre, el suyo, vuestras leyes, instituciones
y vuestros falso dios no sean sino un borroso recuerdo
de un pasado maldito en el que el hombre era lobo para el hombre...

Si no hubiera sido por esto
yo hubiera podido vivir mi vida
charlando en las esquinas y burlándome de la gente.
Hubiera muerto olvidado, desconocido, fracasado.
Esta ha sido nuestra carrera y nuestro triunfo. Jamás
en toda nuestra vida hubiéramos podido hacer tanto
por la tolerancia, por la justicia, porque el hombre entienda
al hombre como ahora lo estamos haciendo por accidente.
Nuestras palabras, nuestras vidas nuestros dolores- ¡nada!
La pérdida de nuestras vidas –la vida de un zapatero y un pobre vendedor de pescado-
¡todo! Ese momento final es de nosotros, esa agonía es nuestro triunfo.

Kenneth Rexroth

Publicado por Cristóbal Gómez , miércoles, 9 de diciembre de 2009 1:29



Comienzo con un poeta que me ha impresionado profundamente. Sospechaba cierta afinidad, pero no había tenido la ocasión de revisarlo. Su nombre es Kenneth Rexroth, nació el año 1905 y murió el año 82’, es gringo, vivió en San Francisco siendo representativo de la costa oeste y es considerado como uno de los padres del movimiento beatnik, sin ser parte de este grupo.

Algunos poemas de su último libro, donde hace el ejercicio de escribir como oriental.

de The Love Poems of Marichiko (1979)


Hacer el amor contigo
es como beber el agua del mar.
Cuanto más bebo, más sed tengo,
hasta que sólo puedo saciarla
bebiendo el mar entero.

*

Me despiertas;
me abres los muslos y me besas.
Te doy el rocío
de la primera mañana del mundo.

*

Grito cuando me muerdes los
pezones y el orgasmo
me vacía el cuerpo, como si me
hubieran cortado en dos.

*

Ámame. En este momento
somos los seres
más felices del mundo.

*

Cuando salía del baño,
me tomaste ante el largo espejo
y junto a la baja cama,
mientras mis pechos temblaban
en tus manos y mis nalgas
se estremecían contra tu cuerpo.


Termino con un poema que me parece clave para entender como vivía y pensaba el poeta.


LAS VENTAJAS DEL CONOCIMIENTO
de The Phoenix and the Tortoise (1944)

Soy un hombre sin ambición,
con pocos amigos, incapaz por completo
de ganarme la vida, con la juventud
que lo abandona, prófugo de alguna condena.
Solitario, mal vestido, ¿qué puede importarme?
A medianoche me sirvo una jarra
de vino blanco caliente con semillas de cardamomo.
Con mi harapienta bata gris y mi vieja boina
tomo asiento en medio del frío y escribo poemas,
dibujando desnudas figuras en los márgenes arrugados,
copulando con muchachas de dieciséis años,
ninfomanías de mi imaginación.


Dejo la tarea de comparar este poema, con este otro de Raymond Carver escrito muchos años después.


VAGO
de Ultramarine (1986)

A la gente que le iba mejor que a nosotros les llamábamos acomodados.
Vivían en casas pintadas y con cisterna en los váteres.
Conducían coches de año y marca reconocibles.
A los que les iba peor les llamábamos miserables y no trabajaban.
Sus extraños coches descansaban entre chatarra en corrales llenos de polvo.
Los años pasan y todo es reemplazado.
Pero hay una cosa que aún es verdad.
Nunca me gustó trabajar. Mi meta fue siempre
ser un vago. Le veía mérito.
Me gustaba la idea de sentarme en una silla
a la puerta de mi casa durante horas, sin hacer nada
más que llevar puesto el sombrero y beber coca-cola.
¿Qué tiene de malo?
Encender un cigarrillo de vez en cuando.
Escupir. Pelar un palo con una navaja.
¿A quién le perjudica? Llamar
de vez en cuando a los perros para ir a cazar conejos. Pruébalo alguna vez.
Saludar cada poco a un chico gordo y rubio como yo
y preguntarle: “¿No te conozco?”
O mejor: “Eh, ¿qué quieres ser de mayor?”

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Publicado por Cristóbal Gómez 1:18

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